miércoles, 30 de junio de 2010

COMO ELABORAR UN BALANCE PERSONAL


Un balance personal es un documento en donde se detallan los activos, los pasivos y el patrimonio que posee una persona en un determinado momento.


Contar con un balance personal le permite a una persona conocer y analizar su situación financiera (especialmente en lo respecta a su nivel de endeudamiento y al valor de su patrimonio), y, en base a dicho análisis, poder tomar decisiones o planificar sus finanzas.


Asimismo, un balance personal le permite a una persona comparar su situación financiera actual con situaciones financieras dadas en otros momentos, y así, por ejemplo, saber si está cumpliendo con sus objetivos financieros.


Pero además, el balance personal suele ser un documento requerido por los bancos o entidades financieras al momento de solicitar algún préstamo o crédito personal.


Para entender mejor el concepto y la utilidad de un balance personal, veamos a continuación cómo elaborar y sacar provecho de uno en 7 pasos:


1. Detallar activos
En primer lugar debemos hacer una lista de todos nuestros activos, así como el valor estimado de cada uno.


En algunos casos puede ser complicado determinar el valor real de algunos activos, por lo que en estos casos debemos estimar un valor aproximado, procurando ser lo más acertados posibles.


Para un mejor análisis, los activos pueden ser clasificados en activos corrientes (aquellos que pueden ser fácilmente convertidos en dinero en efectivo), y activos no corrientes (aquellos que no son tan fáciles de ser convertidos en dinero en efectivo):


Entre los activos corrientes, se pueden mencionar:


dinero en efectivo: el dinero que tenemos ahorrado en casa.
cuentas bancarias: el dinero que tenemos depositado en alguna cuenta en el banco.
cuentas por cobrar: el dinero que nos deben por algún préstamo que hayamos realizado.
Entre los activos no corrientes, se pueden mencionar:
objetos de valor: joyas, cuadros.
mobiliario y equipos: muebles, electrodomésticos, equipos de audio, video y sonido.
vehículos: automóviles, motocicletas.
inversiones: negocios, títulos valores, depósitos a plazo fijo.
bienes inmuebles: casas, departamentos, locales comerciales, terrenos.

2. Detallar pasivos
Luego de haber detallado nuestros activos, pasamos a detallar nuestros pasivos o deudas, así como el valor de cada uno.


Entre los pasivos, se pueden mencionar:
tarjetas de crédito: el saldo a pagar por nuestras tarjetas de créditos.
préstamos personales: el saldo que nos resta pagar por los préstamos personales que hayamos adquirido.
crédito automotriz: el saldo que nos resta pagar por el crédito automotriz que hayamos adquirido.


hipoteca: el saldo que nos resta pagar por la hipoteca que hayamos adquirido.


3. Calcular patrimonio
Para conocer el valor de nuestro patrimonio, simplemente debemos restar el valor del total de nuestros pasivos al valor del total de nuestros activos.


4. Elaborar balance personal
Una vez que tenemos la información necesaria sobre nuestros activos, pasivos y patrimonio, pasamos a elaborar nuestro balance personal (de preferencia en una hoja de Excel).


En la columna izquierda señalaremos nuestros activos, y en la columna derecha nuestros pasivos y patrimonio.


Un formato básico de un balance personal, el cual podemos tomar como referencia para elaborar el nuestro es el siguiente:

ACTIVO

PASIVO

Activo corriente

Tarjetas de crédito

Dinero en efectivo

Préstamos personales

Cuentas bancarias

Crédito automotriz

Cuentas por cobrar

Hipoteca

Otros activos corrientes

TOTAL PASIVO

TOTAL ACTIVO CORRIENTE


PATRIMONIO

Activo no corriente

Patrimonio

Objetos de valor

TOTAL PATRIMONIO

Mobiliario y equipos

Vehículos

Inversiones

Bienes inmuebles

Otros activos no corrientes

TOTAL ACTIVO NO CORRIENTE

TOTAL ACTIVO

TOTAL PASIVO Y PATRIMONIO

Como apunte debemos señalar que el total de los activos siempre debe ser igual a la suma del total de los pasivos y el patrimonio.


5. Analizar balance personal
El siguiente paso, una vez elaborado nuestro balance personal, consiste en analizarlo.
En primer lugar debemos prestar atención a nuestro patrimonio y asegurarnos de que éste sea positivo; en caso de no ser así, significa que debemos más de lo que tenemos; ello debido tal vez a que no contemos con un buen nivel de ahorros, no contemos con suficientes inversiones, y/o tengamos muchas deudas por préstamos personales.


Luego debemos prestar atención a nuestras deudas y compararlas con nuestros activos, asegurándonos de que contemos con suficientes activos corrientes como para cancelar las deudas que tengamos que pagar en el corto plazo.


Asimismo, debemos diferenciar entre “deudas buenas” y “deudas malas”, las deudas buenas son las que nos hacen crecer (financieramente hablando) en el largo plazo (por ejemplo, deudas contraídas para adquirir una vivienda o una inversión), mientras que las “deudas malas” afectan negativamente nuestra situación financiera (por ejemplo, las tarjetas de créditos o los préstamos personales para consumo); debemos procurar liquidar y evitar estas últimas.


Y luego, debemos prestar atención a nuestros activos y asegurarnos de contar con suficientes activos no corrientes que nos permitan crecer (financieramente hablando) en el largo plazo, pero también con suficientes activos corrientes que podamos utilizar ante cualquier eventualidad.


6. Comparar balances personales
Cada cierto tiempo, debemos elaborar un nuevo balance personal, ya sea cada mes, cada tres meses, cada seis meses o cada año (mínimo hacerlo una vez al año), y compararlo con el balance anterior, y así, poder evaluar cómo ha variado nuestra situación financiera.


Por ejemplo, podemos comparar si nuestro patrimonio ha aumentando o disminuido, si hemos logrado disminuir nuestras deudas o, en todo caso, éstas han aumentado; si han aumentando nuestros activos, si estamos cumpliendo con nuestros objetivos financieros, etc.


7. Tomar decisiones
Finalmente, en base a los análisis realizados a nuestro balance personal, debemos tomar decisiones que nos ayuden a mejorar nuestra situación financiera, por ejemplo, si nuestro patrimonio es negativo, podríamos tomar la decisión de ahorrar más o de liquidar nuestras deudas personales.


Si nuestra deuda es alta, podríamos tomar la decisión de cortar nuestras tarjetas de créditos, de liquidar nuestras deudas de consumo, de cancelar nuestras deudas lo más pronto posible, de evitar contraer nuevas “deudas malas”, etc.


Si nuestros activos no nos están generando rentabilidad, podríamos tomar la decisión de utilizar el dinero que tenemos ahorrado (el cual no nos genera casi ningún interés), e invertirlo en la adquisición de algún activo que nos genere una buena rentabilidad.


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